LA EFECTIVIDAD DE LOS PARTES 

Todos sabemos que para mantener la disciplina en los institutos y se cumplan las normas, las instituciones educativas se valen de castigos y sanciones, es su manera de “cerciorarse” por llamarlo de alguna manera de que el orden y la disciplina se mantenga en las aulas y no se les vaya de las manos la educación de los alumnos.

Hay expertos que dicen que no tiene ningún tipo de consecuencia (positiva), pues la expulsión solo es válida para aquellos que sienten vergüenza por el mal comportamiento que han tenido, y que para quien siente  esta vergüenza el arrepentimiento llega de forma inmediata, sin necesidad de expulsarle. Quienes están acostumbrados e incluso pueden llegar a disfrutar de este comportamiento no sienten vergüenza, ni se arrepienten de lo que han hecho, aunque se les expulse de clase, incluso puede que se lleven una alegría por librarse de una clase aburrida, o por poderse pasar una semana en su casa sin tener que ir a clase, por lo tanto ¿qué sentido tiene poner partes de expulsión?

Comportamientos no permitidos como fumar, faltar el respeto al profesor, llegar tarde, molestar a un compañero, o sacar el teléfono móvil en clase puede acabar con la expulsión de clase, o incluso la expulsión del centro durante un periodo concreto de tiempo. Aunque la expulsión completa del centro durante unos días solo produce en casos extremos, donde el alumno es reincidente o ha protagonizado una falta muy grave.

Al efectuarse la expulsión por parte de la autoridad educativa debemos hablar de la privación del derecho a la educación del menor, ¿quiénes somos los profesores para quitar un derecho fundamental a un menor?, ¿cómo recupera ese menor los días perdidos o las horas lectivas de las que se le ha privado? La ley si que nos dice que se intentara imponer como medida correctora la realización de tareas educativas fuera del aula durante el periodo lectivo correspondiente a la expulsión, pero ¿quién se preocupa de que el menor este esas horas realizando tareas educativas?

También se puede pensar que hay profesores que usan esta medida para quitarse del medio alumnos que “sobran” o son molestos en clase, y que un buen educador debe educar, enseñar, no castigar de forma humillante. Al alumno hay que protegerlo de su propio comportamiento, expulsándole se alimenta el mal comportamiento y la mala educación.

Lo que realmente nos debería de preocupar como educadores son las causas, los motivos que hacen que un alumno sea problemático, y no respete unas normas fijadas para el funcionamiento del centro y en beneficio de todos. ¿Qué le hace al estudiante transgredir estas normas? ¿Qué siente al pasar los limites y ser castigado por ello? ¿Se podría prevenir desde primaria a este tipo de alumnos? ¿Cómo se puede trabajar con alumnos problemáticos que acumulan partes y partes de expulsión, para que dejaran de estar en el despacho del director todas las semanas? ¿Qué alternativas hay a los partes?

¿Vosotros que pensáis?, ¿cuál es vuestra opinión?, ¿debemos o no sacar tarjeta roja al mal comportamiento con partes de expulsión o buscar otra alternativa? 

Ariadna.