¿Las becas Erasmus bien, no?

Si Erasmo de Rotterdam levantara la cabeza, igual también estaba con Wert en lo de quitar las becas. O no, vaya usted a saber. Pero sea como sea, él vivía en el siglo XVI. Nosotros, para lo bueno y para lo malo, estamos en pleno siglo XXI. Cientos de teorías, posicionamientos, tratados, leyes y decretos después, la educación debe haber cambiado muchísimo. Ya es mucho el cambio respecto a la educación que recibían nuestros padres. Y aún podría decir mucho respecto a la de nuestros hermanos mayores. Hace menos de cinco años mi hermano seguía diciéndole a mis padres que para qué me iban a comprar un ordenador portatil, que cuando él estudiaba no le hacía falta, y si acaso ya se iba a la biblioteca. Por su culpa me fui de Erasmus sin portatil, con las incomodidades que eso supuso. 

Ay, que me voy del tema. Volviendo al hilo: creo que se es injusto con la Erasmus. No se es consciente de lo mucho que da y de los horizontes que abre. Cuántas veces se habrá criticado que los estudiantes se van para "no hacen nada". Para hacer house parties, beber en bares y gastarse el dinero en viajes. ¡Que no hacen nada! Se nos olvida el aprendizaje informal. 

El aprendizaje informal es el que brilla por su espontaneidad, el que no se recoge en un papel. El que no se ve. Es el que ocurre en nuestras actividades diarias en muy diversos ámbitos. Además, estando de Erasmus, en muchas ocasiones podemos sumar a la ecuación el añadido de un idioma distinto al nuestro. Que luego muchos se centran unicamente en este tipo de aprendizaje y se olvidan de que hay que hacer exámenes, pues mal. O que haya quien se dedica a juntarse exclusivamente con gente de su nacionalidad, pues mal también. Pero creo que aún con todo, ese aprendizaje informal sigue siendo capital. Aprender a desenvolverse en un ambiente ajeno, manejar situaciones de la vida cotidiana e interactuar con gente de otras culturas mientras practicas otro idioma no tiene precio. Se dan lugar multitud de intercambios de conocimiento, se potencian nuevas destrezas y habilidades. Todo a través de la experiencia directa. Repito: en un contexto desconocido y con la dificultad de un idioma que al principio no solemos manejar a la perfección. Parece mentira, pero sí, también se puede aprender fuera de las aulas. 

Y ni siquiera he hablado de los que sí optan -o no les queda más remedio- por asistir sistematicamente a clase y pasar horas en la biblioteca, o gastar parte de la beca en dar clases de la lengua del país en que se encuentran. Que obviamente los hay, y muchos. No pretendía extenderme más ni tampoco meterme en terreno farragoso, así que por último sólo añadiré que cruzaré los dedos por que podamos seguir contando con la prestación económica necesaria que permita a miles y miles de estudiantes disfrutar de ese aprendizaje informal tan necesario.

Luis